Un alto precio por el proteccionismo

Un alto precio por el proteccionismo
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Rodrigo Aguilar Benignos, analista y miembro del Consejo de Relaciones Exteriores de EEUU y Paulina Kumate, Analista Político

Desde la campaña, Donald Trump dejó claro que su visión económica se basaría en el proteccionismo. Ahora, de vuelta en la Casa Blanca, ha cumplido su amenaza: aranceles del 25% sobre productos de México y Canadá, una medida sin precedentes en la relación comercial de América del Norte.

El argumento de la administración republicana es predecible: recuperar empleos, fortalecer la manufactura nacional y castigar a los socios comerciales que supuestamente no han hecho lo suficiente en materia de migración y tráfico de drogas. Pero, en la práctica, esta guerra comercial tiene otra consecuencia innegable: la inflación se disparará en EE.UU. y la región perderá competitividad frente a otros bloques económicos.

La decisión de imponer un arancel del 25% a productos provenientes de México y Canadá marca un giro drástico en la relación comercial de América del Norte y pone en riesgo décadas de integración económica bajo el T-MEC.

Trump justifica esta medida con dos argumentos: primero, que el déficit comercial de EE.UU. es insostenible y los aranceles incentivarán a las empresas a regresar la producción al país. Segundo, que México no ha hecho lo suficiente para detener la migración y el tráfico de drogas en la frontera. Sin embargo, esta narrativa ignora la realidad: la interdependencia económica entre EE.UU., México y Canadá no puede romperse sin consecuencias graves para todos.

México ha intentado evitar la escalada comercial. Desde la llegada de Trump, el gobierno de Claudia Sheinbaum ha desplegado 10 mil elementos de la Guardia Nacional en la frontera norte, aumentado detenciones de criminales de alto valor, reforzado operativos contra el narcotráfico y trasladado a 29 líderes del crimen organizado a EE.UU. Además, la contención migratoria en la frontera sur ha llevado la migración irregular a niveles mínimos. Pero en la lógica del trumpismo, la cooperación nunca es suficiente.

Más que una estrategia contra México o Canadá, estos aranceles reflejan la visión proteccionista y nacionalista de Trump, que busca romper con la globalización y regresar a un modelo económico basado en la autosuficiencia. Pero el mundo ha cambiado. Las economías ya no funcionan de manera aislada, y el mercado norteamericano ha sido un claro ejemplo de cómo la integración comercial impulsa el crecimiento.

Los aranceles entraron en vigor el 4 de marzo, luego de semanas de incertidumbre sobre si la medida sería pospuesta nuevamente. Durante este periodo, los mercados reaccionaron con volatilidad: el tipo de cambio se ajustó y los precios de los ‘commodities‘ fluctuaron, anticipando el impacto que esta guerra comercial tendrá en los costos de producción.

A partir de ahora, los consumidores estadounidenses pagarán más por productos esenciales, ya que gran parte de la cadena de valor de bienes básicos está distribuida entre los tres países. Desde tequila, cerveza, huevo, tomate, aguacate y berries, hasta bienes de alto valor como autos y viviendas, la inflación afectará directamente el bolsillo de los estadounidenses.

Paradójicamente, esta medida podría beneficiar a los competidores asiáticos, como Japón y Corea del Sur, cuyos productos no enfrentarán los mismos aranceles y se volverán más atractivos en el mercado estadounidense. El proteccionismo de Trump no fortalecerá la manufactura nacional, sino que debilitará su competitividad frente a otras regiones.

Históricamente, el electorado de EE.UU. castiga la inflación en las urnas. En 2024, los demócratas sufrieron una dura derrota en parte por el aumento en el precio del huevo y otros alimentos. Trump no puede reelegirse en 2028, pero su partido sí enfrentará elecciones de medio término en 2026, y si los precios siguen subiendo, los republicanos podrían pagar el costo político de estas medidas.

El gobierno de México no se ha quedado de brazos cruzados. El 9 de marzo, la presidenta Claudia Sheinbaum anunciará una serie de medidas arancelarias en respuesta a las políticas de EE.UU., en un intento por reducir el impacto de la guerra comercial en la economía mexicana.

Además, Sheinbaum ha sido tajante en su rechazo a las acusaciones de Trump sobre un supuesto vínculo entre el gobierno de México y el crimen organizado. Calificó la medida como una imposición unilateral e injustificada, insistiendo en que México ha demostrado su compromiso con la cooperación en seguridad y comercio.

México también enfrenta un reto significativo en materia de inversión. En 2024, la inversión extranjera cayó un 40% en comparación con 2023, lo que plantea un panorama incierto para 2025. Con aranceles en vigor y la posibilidad de que se expandan, ¿qué incentivo tendrá un inversionista extranjero para elegir México como destino? La incertidumbre es el peor enemigo del capital, y la política comercial de Trump está generando un entorno de alto riesgo.

T-MEC: La revisión en 2026 en riesgo

El impacto de los aranceles trasciende lo inmediato. En 2026, el T-MEC será sometido a revisión, y las tensiones comerciales actuales podrían complicar aún más las negociaciones.

El acuerdo, que ha sido clave para la estabilidad económica de la región, podría entrar en crisis si las relaciones entre los tres países continúan deteriorándose. Un debilitamiento del T-MEC traería consigo:

  • Pérdida de competitividad frente a Asia y la Unión Europea, ya que otras regiones han fortalecido sus acuerdos comerciales mientras América del Norte entra en disputas internas.
  • Interrupción de cadenas de suministro, lo que afectará industrias clave como la automotriz, la aeroespacial y la tecnológica.
  • Mayor incertidumbre para inversionistas, reduciendo la llegada de capital extranjero.
  • Afectaciones a sectores estratégicos, desde la agricultura hasta la manufactura avanzada.

México y Canadá han dejado claro que su compromiso con el T-MEC sigue firme, pero si EE.UU. continúa desestabilizando la relación, la renegociación en 2026 será más compleja de lo previsto.

Los aranceles de Trump no son una respuesta coyuntural a un problema comercial, sino una manifestación de su visión económica proteccionista. Lo que su administración parece no reconocer es que las economías modernas dependen de la integración y la cooperación, no del aislamiento.

La imposición de un arancel del 25% no tiene precedentes en la relación comercial de América del Norte, y su impacto irá más allá del corto plazo. México y Canadá enfrentan el reto de proteger su competitividad, diversificar sus mercados y prepararse para una renegociación difícil del T-MEC en 2026.

Trump ha apostado a que su estrategia fortalecerá la economía de EE.UU. y le dará ventaja política. Pero la historia ha demostrado que el proteccionismo rara vez produce los resultados esperados. En un mundo interconectado, aislarse no es sinónimo de fortaleza, sino de vulnerabilidad.

Si esta guerra comercial se prolonga, la región perderá la estabilidad que ha construido en décadas de libre comercio. El proteccionismo de Trump no solo afecta a México y Canadá. En última instancia, es el propio EE.UU. el que más tiene que perder.

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