*Yanko Durán: El árbitro que se arriesga a pitar a favor *La Comisión Estatal de Derechos Humanos, en manos del poder político *Austria Galindo: control de votos… y de espacios públicos en Juárez

*Yanko Durán: El árbitro que se arriesga a pitar a favor *La Comisión Estatal de Derechos Humanos, en manos del poder político *Austria Galindo: control de votos… y de espacios públicos en Juárez
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Cuando la imparcialidad de una autoridad electoral se percibe como flaqueante, el sistema democrático entero tiembla en sus bases. Yanko Durán, presidenta del Instituto Estatal Electoral (IEE) de Chihuahua, enfrenta hoy ese dilema, y su actuación —o la falta de ella— empieza a pasarle factura a la credibilidad institucional.

El caso de la senadora morenista Andrea Chávez, acusada de promoción anticipada de campaña mediante «caravanas de la salud» y equipamiento médico rotulado con su imagen, exhibe las fisuras de un árbitro electoral que parece extraviado en su función principal: la garantía de un piso parejo para todos los actores políticos. Aunque Durán ha insistido en que el asunto se tramitará a través de un «procedimiento especial sancionador», su falta de urgencia y claridad envía un mensaje preocupante: la ley puede esperar si se trata de quien goza de poder o influencia.

El IEE no ha fijado siquiera una fecha estimada para resolver el expediente, un retraso difícil de justificar cuando se habla de posibles actos anticipados de campaña. Más aún, el hecho de que el Tribunal Estatal Electoral haya desechado inicialmente la queja por «incompetencia» —remitiéndola después al Instituto— sugiere un desorden institucional que sólo beneficia a quien es acusado de adelantarse ilegalmente en la carrera electoral. ¿Torpeza? ¿Complicidad? Lo cierto es que, en política, las apariencias matan, y hoy el IEE luce atrapado en ellas.

Durán repite el guión de rigor: “se reunirán todas las pruebas y se harán las diligencias necesarias”, pero en un escenario donde las evidencias ruedan a la vista —camiones de salud, ambulancias, consultorios fijos, todos con el rostro de una aspirante— resulta inocente, o peor, cínico, alegar falta de elementos contundentes. La demora se convierte así en una forma de protección disfrazada de burocracia.

Más allá de simpatías partidistas, la función de una presidenta electoral no es cuidar la imagen de los poderosos, sino sostener, aunque sea en soledad, el principio de equidad. El riesgo no es sólo para el proceso electoral que se avecina; es para la confianza pública en que cada voto contará de manera justa. En tiempos donde los discursos de «fraude» y «arbitrariedad» se agitan con facilidad, la tibieza institucional es un crimen político.

El Instituto Estatal Electoral, con Yanko Durán al frente, debe recordar que su misión no es ser juez benévolo ni espectador cómodo, sino árbitro firme, consciente de que cada omisión, cada silencio y cada aplazamiento puede equivaler a una traición a la democracia.

La pregunta que queda en el aire, y que cada ciudadano debiera hacerse, es incómoda pero inevitable: ¿A quién sirve hoy el IEE?

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La panista Geo Bujanda increíblemente quedó en la terna final para la selección de presidente de la Comisión Estatal de Derechos Humanos, es decir, para ver quien va a suplir a Alejandro Carrasco Talavera. 

La terna quedó de la siguiente forma: Georgina Bujanda, Yuliana Rodríguez González y Gildardo Iván Félix, y aunque aún resta para que se concluya con el proceso, el camino está planchado para que sea Bujanda quien asuma esa titularidad.

Quienes la conocen, aún están sorprendidos porque la exdiputada lo último que tiene, es empatía por los derechos humanos, menos de quienes han colaborado con ella a quienes les ha insultado, explotado, agredido y sobajado, como si se gozara de las lágrimas ajenas, o por lo menos, eso es lo que aseguran más de 5.

Veremos qué pasará con este proceso de selección, aunque es evidente que ya está solventado y sólo quedaría oficializarlo en la torre legislativa. 

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En Ciudad Juárez surgieron quejas entre panistas debido a que Austria Galindo anda con todo levantando un padrón de posibles votantes, y aunque electoralmente eso no se escucha mal, no se vale que haga y deshaga a placer atentando incluso en espacios públicos.

Dicen que durante la celebración del Día del Niño en Ciudad Juárez, que se hizo en el Parque Central, Austria Galindo sin más ni menos, cerró el puente que conectan las dos áreas del parque, lo que justificó diciendo que quería tener un control de quienes ingresaban a una de las secciones.

Incluso, no le avisó de semejante prepotencia, al actual director del Parque Central, David Rocha, quien por cierto, no hace ni dice pío, porque sabe que es cuestión de días para que lo corran y anda queriendo pasar desapercibido. 

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